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El gobierno de transición de la RDA había creado una institución fiduciaria, el Treuhandanstalt, en cuyas manos se puso la administración de toda la propiedad del país con la misión de, “mantenerla para el pueblo de la RDA”. Ya en junio de 1990 el primer gobierno electo de la RDA, dominado por los satélites de la CDU de Helmut Kohl, convirtió el Treuhandanstalt en un aparato para la privatización, vía restitución (a antiguos propietarios) o venta, de la propiedad pública. Una posibilidad de tercera vía socializante fue convertida, sin la menor consulta social expresa, en mera restauración del orden anterior a la existencia de la RDA mediante la privatización del patrimonio nacional. El proceso fue menos cleptocrático que en otros países del Este, por no hablar de la URSS, pero en esa restauración los alemanes del Este, antiguos teóricos copropietarios del pastel, fueron excluidos y desposeídos, lo que el posteriormente ministro del interior, Otto Schily calificó de “gigantesca expropiación”.
Para 1994, 8000 empresas del Este ya estaban en manos de “inversores privados” del Oeste, habían sido cerradas o adquiridas a precio de ganga, y 2,5 millones de los 16 millones de habitantes de la RDA se habían quedado sin trabajo, porque el tejido industrial de su antiguo país había desaparecido, en gran parte como consecuencia de la catastrófica asfixia que la paridad monetaria había tenido para las empresas.
Resumiendo: el objetivo político cortoplacista de Kohl de la reunificación, lograr que los conservadores alemanes se mantuvieran en el poder gracias al voto de los 16 nuevos millones de electores del Este, se logró: Kohl y su CDU se mantuvieron ocho años más en el gobierno, pero el coste económico de aquellas “ofertas maravillosas” que hicieron posible esa victoria, fue astronómico. El desarrollo de Alemania del Este costó “dos billones de euros” y ha sido descrito como, “el mayor programa keynesiano de la historia”. Exigió nuevos impuestos, grandes desembolsos sociales para cubrir a millones de nuevos parados y jubilados, enormes inversiones ambientales y en infraestructuras que se restaron a la innovación productiva y generaron grandes deudas públicas. La política de Kohl en la reunificación fue una victoria política para la derecha de Bonn, pero desencadenó una crisis económica de diez años: diez años de endeudamiento y grandes gastos tras la reunificación es lo que explica el actual apego alemán por la austeridad, mucho más que el tópicamente citado recuerdo de la gran inflación de la República de Weimar sobre la que ya no hay memoria generacional viva. Un importante observador financiero evoca así aquella época:
“La reunificación fue exitosa solo parcialmente. Con ella no solo tuvimos unos costes laborales por unidad mayores que nuestros vecinos, sino que nuestra cuenta corriente estuvo en profundos números rojos durante toda una década. No digo que la reunificación se hiciera bien, sino que hace solo unos años Alemania sufrió un déficit continuado y elevados costes salariales, por lo que fue descrita por nuestros queridos amigos anglosajones como “el enfermo de Europa”58.
Ese contexto de endeudamiento y grandes gastos fue el medio ambiente en el que la mayor economía europea se amplió hacia el Este, en un doble sentido, tanto su Este, la antigua RDA, como el Este de Europa, convertido en patio trasero alemán. En ambos casos contó con una vasta reserva de mano de obra barata, lo que tuvo profundas consecuencias, primero para el conjunto de los trabajadores alemanes y luego, como veremos, para los europeos en general y los meridionales en particular. En Alemania del Este la desindustrialización y el desmoronamiento impidieron que los sindicatos arraigaran en lo que era un tejido social laboralmente derrotado, con ciudades industriales vaciadas por la emigración provocada por la quiebra de empresas y sectores industriales enteros. En el conjunto de Alemania, la afiliación sindical a la DGB cayó de 11 millones en 1991 a 7,7 millones en 2003. La capacidad sindical de negociación y cogestión empresarial aun cayó más.
En esa situación de debilidad sindical la respuesta empresarial fue un recorte salarial sin precedentes que se presentó a los sindicatos, entre grandes presiones y bajo la amenaza de deslocalizar las empresas hacia países como Eslovaquia, Polonia, o Hungría con salarios mucho más bajos. Entre 1998 y 2006 los costes laborales cayeron en Alemania y los salarios reales retrocedieron durante siete años consecutivos.
En la estrategia alemana de rearme económico, la bajada salarial combinada con la adopción del euro, que eliminaba trabas de cambio, y con una estricta política monetaria del Bundesbank, desembocó en una explosión exportadora y de competitividad de los productos alemanes que ganaron mayor cuota de mercado a costa de sus competidores europeos.
58 Norbert Walter, ex economista jefe del Deutsche Bank, en “Is Mercantilism Doomed to Fail”. Intervención en la reunión anual del Institute for New Economic Thinking, INET, celebrada en Berlín el 13 de abril de 2012. La cifra de dos billones de euros como coste de la reunificación, es de Walter. Otras fuentes hablan de un billón de euros, es decir de un 4% del PIB alemán a lo largo de 25 años, desde 1995 hasta 2015.